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Imaginando...ANDO: MITOS Y LEYENDAS

La leyenda de Icaro

Dirección: Rafael Álvaro

Mito Aracne

 trabajo de clase para 1º de P.R.A.E. 

La madre monte

Hugo Leon Ortiz Castellanos

Zeus (Júpiter romanos)

Zeus era hijo de los titanes Cronos y Rea, y fue el dios supremo de los griegos, que vivía en el monte Olimpo al noreste de Grecia. Allí moraba con su esposa Hera y los otros diez dioses mayores.

 

Homero a menudo le llama «el que acumula nubes». Regía y explotaba todas las fuerzas de los cielos, la lluvia, la nieve, el granizo y la tormenta. A él se asocian cria­turas como el águila, el ave de presa que reinaba en los cielos y con cuya forma raptó y forzó a Ganímede. Su árbol sagrado era el roble. Su arma favorita era el rayo, con el que destruía a todos sus enemigos. También llevaba el aegis o capa de piel de cabra sobre sus hombros, que le servía como escudo, al igual que a su hija Atenea (ver Atenea). Zeus anunciaba su llegada extendiendo la capa y oscureciendo los cielos.

 

Además de ser el dios de los cielos, era el padre de todos los dioses y los hombres, título honorario, ya que, aunque su descendencia fue numerosa, no todos los dioses eran hijos suyos, ni había sido el creador de la humanidad. En este papel garantizaba el gobierno de los nobles y protegía la vida de la familia, asegurándose de que hombres y dioses mantuvieran los valores no escritos de las leyes divinas que nadie podía romper.

 

Había una ley sagrada de hospitalidad hacia el viajero y cualquiera que la violase sería severamente castigado. Cualquiera que jurase en falso o atacase o matase a alguien suplicando en el altar de un templo perdería el favor de los dioses.

 

Zeus podía castigar a todos los transgresores. Tántalo, que ofreció a los dioses la carne de su propio hijo Pelops, tuvo que soportar el castigo eterno en el Tártaro, la parte más oscura del Averno (ver Tántalo). Las Danaides, que habían violado las leyes sagradas del matrimonio al matar a sus maridos en la noche de bodas, y el villano Sísifo, que incluso burló a la muerte (verDanaides, Las y Sísifo), se encontra­ron con el mismo destino. Ni siquiera los dioses podían mediar en los principios bá­sicos de la vida y la muerte. Cuando Asclepio, dios de la medicina, consiguió resuci­tar a un muerto, Zeus lo condenó a morir. El titán Prometeo, que luchaba por los de­rechos de la humanidad, quedó expuesto a una horrorosa tortura, ya que había desve­lado su gran secreto, el fuego, a la huma­nidad.

 

Zeus es retratado como una figura imponente y majestuosa con abundantes cabellos y una barba larga mientras vigila a los dioses del Olimpo haciendo de pater­familias. Los otros dioses tenían sus propios intereses, pero siempre era el análisis de Zeus el que se convertía en ley. Las reuniones en el Olimpo no eran para discutir, sino para anunciar sus decisiones. Si quería avisar a los mortales, lo hacía a través de señales como el vuelo del águila y los rayos. A veces enviaba a los mensajeros del Olimpo, Iris o Hermes, a la tierra para dar instrucciones.

 

Zeus era el más joven de los hijos de Cronos y Rea, aunque Homero pensaba que fue el mayor. Sus hermanos eran Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón. Todos ellos habían sido devorados por su padre al venir al mundo, pues sabía que sería destronado por uno de ellos. Al nacer Zeus, Rea le dio a su marido una piedra envuelta en unos pañales, mientras el bebé era llevado a Creta para que Amaltea cuidase de él en el monte Ida o Dicte (ver Amaltea). Los residentes de Arcadia creían que Zeus había nacido allí, pero los cretenses mantenían que su lugar de nacimiento era una cueva de la isla. Cuando creció, el dios hizo que su padre vomitase a sus hermanos, con la ayuda de la oceánide Metis, personificación de la sabiduría. Tras la Guerra de los Titanes, los dioses se convirtieron en dueños del mundo, gracias a la victoria en la que Zeus se quedó con los cielos, Hades con el averno y Poseidón con las aguas. Zeus quedó por encima de ellos, por ser el líder de la revuelta.

 

Zeus estaba casado con Hera, su hermana y diosa protectora del matrimonio, pero nunca le fue fiel. Sus hijos fueron Ares, Eileitia y Hebe. Se cree que Hefesto también era hijo suyo, pero Hesiodo creía que sólo era hijo de Hera. Zeus tuvo más descendencia con ninfas, mortales y otras diosas.

 

Hera se convirtió en su séptima esposa, según la versión de Hesiodo. La primera fue Metis, que no le dio descendencia, ya que Gaya y Urano le habían anunciado que su hijo lo destronaría, por lo que Zeus devoró a Metis y de su cabeza nació después la diosa Atenea (ver Atenea).

 

La segunda esposa habría sido Temis, personificación de la ley, con la que tuvo a las Fates (ver Moiras, Las). La tercera fue Eurinome, la oceánide con la que tuvo a las Cariátides o Gracias. Con su hermana Deméter tuvo a Perséfone, raptada des­pués por su hermano Hades (ver Perséfone). Mnemosine o «Memoria» fue su quinta esposa, con quien tuvo a las musas. Después tuvo a Apolo y a Artemisa con Leto, tras la cual llegaría Hera.

 

La esposa siempre fue muy celosa y la lujuria de Zeus le daba la razón. Así, sedujo a la princesa Dánae, encerrada en la torre de bronce, con una lluvia de oro (ver Dánae y Perseo), raptó a la princesa fenicia Europa en forma de toro (ver Europa) y visitó a Leda, con la que tuvo a Helena y uno de los Dioscuros, en forma de cisne (ver Leda). Hera castigó a muchas de sus doncellas y a los descendientes de su marido. A Semele, madre de Dioniso, le dijo que debería pedirle al dios que se apareciese en su forma divina y no mortal, lo cual provocó que se abrasara al mirarle (ver Semele). Alcmene y su hijo Heracles sufrieron la persecución de Hera (ver Alcmene y Heracles), momento en que el dios, enfurecido, suspendió a su mujer por las muñecas con yunques en los tobillos.

El intento de Hera, ayudada por Atenea y Poseidón, de encadenar a Zeus y destronarle indica cuál era el estado de su relación. El plan falló gracias a la intervención de Tetis y el gigante Briareo (ver Tetis).

 

Durante la Guerra de Troya, Hera permitió que su esposo diese pasos en falso para que los griegos, sus protegidos, ganasen. Incluso llamó a Hipnos para que le ayudase, prometiéndole la mano de una de las Cariátides (ver Hypnos).

 

Estas historias muestran que el poder de Zeus no era completo, pues él mismo estaba a merced de los caprichos de las Fates o diosas del destino. Por eso, a veces se resignaba a ver morir a los mortales a los que quería. Pero hay versiones que nos ha­cen creer que era el dios el que lo decidía todo (ver Moiras, Las).

 

El culto a Zeus empezó pronto en el mundo griego, con un santuario en Dodona (Epiro). Del roble sagrado que hacía de oráculo predecía el futuro de los hombres sacudiendo las hojas. Sus intenciones podían leerse en los rayos y en el vuelo de las águilas.

 

Olimpia, que no el Olimpo, era uno de los centros de adoración de Zeus, siendo el lugar donde se celebraban los Juegos Olímpicos cada cuatro años en su honor. Allí se le erigió un templo, con la famosa estatua esculpida por Fidias que con sus 12 m de altura fue considerada una de las siete maravillas del mundo antiguo.

 

Júpiter, el equivalente romano de Zeus, era el dios del cielo y de la meteorología. Su templo más conocido está en la colina Capitolina, mirando hacia el foro romano.

Palas Atenea (Minerva romános)

Afrodita es la diosa del amor y la belleza, y se identifica en Roma con la antigua divinidad itálica Venus. Según una tradición es hija de Urano y según otra de Zeus y Dione.

 

En el caso de la primera historia, el nacimiento ocurre en el momento que Cronos (dios del tiempo) corta los genitales de su padre Urano y los lanza al mar, de donde surge Afrodita. De ahí que se le conozca como “la diosa nacida de las olas” o “nacida del semen de dios”.

 

Una vez que salió del mar, Afrodita fue llevada por los vientos Céfiros, primero a Citera y luego a Chipre, donde las Horas la vistieron y la guiaron a la morada de los Inmortales.

 

Posteriormente, Platón imaginó que había una Afrodita Urania, la diosa del amor puro e hija de Urano; y Afrodita Pandemo, hija de Dione y diosa del amor vulgar. Sin embargo esta es una concepción filósofica tardía.

 

Afrodita es partícipe de un sinnúmero de leyendas. Primero, se casó con Efesto (el divino cojo y dios del Fuego), pero estaba enamorada de Ares (dios de la Guerra).

 

Cuenta Homero (escritor de La Odisea y La Iliada) que mientras los enamorados se entregaban a la pasión en una madrugada, en el lecho de Afrodita, Efesto celoso les había puesto una trampa, pues el Sol le había contado que su amada le estaba siendo infiel.

 

Cuando los amantes se dieron cuenta ya estaban atrapados en una red mágica que tenía el esposo de la bella diosa, y éste fue a llamar a todos los dioses para que fueran testigos del engaño. Todos se burlaron del asunto, pero Poseidón (dios del Mar) pidió clemencia y por eso Afrodita y Ares fueron liberados.

 

La diosa avergonzada huyó a Chipre, mientras que Ares se fue a Tracia. Sin embargo, sus amores tuvieron fruto y de tal unión nacieron Eros (dios del amor) y Anteros, Deimo y Fobos (el Terror y el Temor) y Harmonía. A veces también se agrega a Príapo.

 

Además de Ares, Afrodita estuvo involucrada amorosomente con Adonis y Anquises con quien tuvo a Eneas (héroe troyano y personaje de La Eneida de Virgilio) y a Lirno.

Pero, la diosa fue especialmente conocida por sus maldiciones e iras, pues cuando alguien caía en la desgracia de ofender a la diosa, se condenaba a tormentos terribles. Por ejemplo, castigó a la Aurora con un amor irrefrenable por Orión, ya que había cedido a las seducciones de Ares. También castigó a todas las mujeres de Lemnos, ya que éstas no la honraban, y las impregnó con un olor insoportable que provocó que sus hombres las abandonaran. De igual manera castigó a las hijas de Cíniras y las obligó a prostituirse con extranjeros.

 

Por otra parte, caer en su gracia era igual o más peligroso. Cuando la Discordia lanzó una manzana a la más hermosa de las diosas, e hizo que compitieran Afrodita, Palas Atenea y Hera, y Zeus decidió que fuera Alejandro (Paris, héroe troyano) el que definiera quién era la más hermosa, cada una le ofreció un regalo a cambio de que la escogiera. Palas Atenea le ofreció hacerlo invencible en la guerra, Hera le prometió el reino del universo, y Afrodita la mano de Helena (hija de Zeus y hermana de los Dioscuros), quien era la mujer más hermosa del mundo. Paris eligió a Afrodita y fue por esta promesa que se inició la famosa Guerra de Troya.

 

Afrodita agradecida con Paris, lo protegió durante toda la campaña así como a los demás aqueos, incluyendo a su hijo Eneas, a quien logró salvar de la muerte.

 

Aunque Troya iba a perder la guerra definitivamente, Afrodita logró rescatar la raza de los aqueos con su hijo Eneas, quien luego viajara a una tierra desconocida donde sus descendientes Rómulo y Remo fundarían Roma.

 

Así es como para lo romanos Afrodita, Venus para ellos, fuera su protectora particular y por eso César le levantó un templo bajo la invocación de Venus Madre.Los animales favoritos de esta diosa eran las palomas, y estas aves arrastraban su carro. Sus plantas eran la rosa y el mirto.

 

Tomado de: Mitosyleyendascr.com

Palas Atenea (Minerva romános)

Atenea o Palas Atenea formó parte de los habitantes del Olimpo junto al dios supremo Zeus. Era una de las diosas griegas más importantes y presentaba un gran número de rasgos característicos. Era la diosa de la guerra, de la sabiduría y de la ciencia, además de patrona de diversas actividades.

Atenea también tenía una afinidad especial con las ciudades, sobre todo con Atenas, donde era adorada en muchos templos como la deidad tutelar principal.

 

La sabiduría y la versatilidad de la virginal Atenea eran una consecuencia directa de su extraordinario nacimiento. En cierta ocasión Zeus había concebido un hijo con oceánide Metis («sabiduría» o la diosa de la tierra, Gaya, y el dios de los cielos, Urano, habían dicho que el dios que naciese del embarazo de Metis sería muy superior a él). El dios supremo montó en cólera y devoró al atemorizado Urano, lo que le provocó tiempo después que tuviese un intenso dolor de cabeza. Hefesto, el artesano de todos los dioses, tuvo que utilizar sus herramientas para abrir la cabeza de su padre, de donde salió Atenea completamente vestida y ya adulta. De este modo, podría decirse que era la favorita de su padre y que en cierto sentido se parecía a él.

 

El valor era el rasgo más característico de Atenea. Su figura alta y delgada siempre estaba acompañada por el casco y la lanza. Llevaba el aegis o piel de cordero que le entregó su padre para cubrir sus hombros. Estaba decorado con borlas y la cabeza de Medusa, la Gorgona con su rostro terrorífico, cuya mirada podía convertir a cualquiera en piedra (ver Gorgonas, Las). Un buho que simbolizaba su sabiduría solía acompañarla a todos los sitios. Homero la comparaba a veces con esta ave, lo que apoya la teoría de que se la adorase a través de un buho o una lechuza. De hecho, esta figura aparece en gran cantidad de monedas acuñadas en Atenas.

 

El vínculo de la diosa con esta ciudad quedó establecido tras la competición con Poseidón por la provincia de Ática, en la que se encontraba Atenas. El dios del mar utilizó su tridente para crear un pozo que manase desde la Acrópolis, pero Atenea plantó un olivo para impedirlo. Los dioses y diosas que mediaron en el conflicto creyeron que este último era un regalo mejor. De este modo los habitantes eligieron a Atenea para que fuese su patrona y le pusieron a la ciudad su mismo nombre.

 

Los templos más importantes en la Acrópolis son el Erechtheum (Erecteo) y el Parthenon (Partenón), que literalmente significa «la casa de las vírgenes» debido a la condición virginal de la diosa, y están dedicados a ella. El Partenón contiene una impresionante estatua de casi 12 m de alto de la diosa, obra del escultor Fidias. Sus túnicas eran de oro puro. El olivo sagrado ofrecido a la ciudad ocupa un lugar de honor en el complejo. El árbol empezó a crecer milagrosamente después de la destrucción de la Acrópolis a manos de los persas en el año 480 a.C. Incluso hoy día permanece uno de los olivos a la entrada del templo.

 

Según otra historia de los primeros años de la ciudad, Hefesto quería hacer el amor con Atenea como recompensa por haberla ayudado a venir al mundo, pero la diosa escapó de su abrazo y Hefesto eyaculó sobre el suelo, surgiendo de ahí Erichthonius (Erictonio), que Atenea confió a las hijas de Cecrops, uno de los primeros reyes de Atenas. Pero esto tuvo consecuencias terribles cuando, tiempo después, Erictonio se convirtió en rey de la ciudad (ver Cecrops).

Al contrario que Artemisa, Atenea no era tímida ni escrupulosa, y no quería vivir sola en los bosques y las montañas alejada de todo el mundo.

 

De hecho, intervenía a menudo en la vida de los seres humanos, existiendo innumerables mitos e historias sobre este aspecto. Pocos dioses se involucraron tanto en la Guerra de Troya, en la que ayudó de manera infatigable a los griegos. Primero les animó a entrar en conflicto con los troyanos y luego les protegió, les rescató e incluso luchó a su lado. Su hermano por parte de padre, Ares, el dios de la guerra que apoyaba a los troyanos, no podía hacerle frente, lo cual no resultaba sorprendente, ya que Ares era el dios de la guerra sin planificar mientras Atenea era la diosa del arte de la guerra. No obstante, su apoyo a los griegos no fue ilimitado e incondicional, ya que cuando el joven Áyax violó en su altar a Casandra, hija del rey troyano, tras finalizar la contienda, les retiró su apoyo por haber derribado su estatua. Fue un final trágico para el joven (ver Ajax) y sólo Odiseo permaneció en el corazón de la diosa al ser un héroe que usaba su inteligencia en lugar de su fuerza.

 

También Heracles recibió la ayuda de Atenea con sus doce trabajos. Otros héroes como Jasón, Belerofonte y Perseo se vieron favorecidos por sus medidas. Perseo acabó con la Gorgona Medusa gracias a su ayuda. Medusa había insultado a Atenea, que la convirtió en una criatura horrorosa y despreciable, tan repugnante que el que la miraba se convertía en piedra. Perseo le cortó la cabeza y se la ofreció a su guardiana, que desde entonces la llevó en su aegis y la representó en su escudo.

 

Orestes era hijo de Agamenón y de Clitemnestra, a la que había matado para vengar la muerte de su padre, de la que era culpable (ver Orestes y Agamenón). Por este motivo fue perseguido por las Erinyans (Erinias) y, con la ayuda de Atenea, consiguió refugiarse en Atenas. La diosa se aseguró de que fuese enjuiciado en el Areopagus y emitió su voto a favor de él. De esta manera preservaba la tradición ateniense de administrar justicia a través de un jurado. Otra tradición de la ciudad era garantizar asilo político y para refugiados. En la mitología, el mismo rey Edipo se benefició de esta medida.

 

Minerva, la diosa romana de las artes, la industria, la ciencia y la sabiduría, era adorada en toda Italia. Quizá fuese una diosa etrusca en su origen. En un periodo muy temprano, fue igualada con Atenea y, aunque carecía de la vertiente guerrera de ésta, los romanos empezaron a representarla con atuendo militar. Al igual que Atenea, Minerva se convirtió en diosa de la guerra y de la sabiduría. Roma, la propia diosa que dio nombre a la ciudad, era representada con su misma apariencia.

El Mito de Hera (Juno romános)

Hera es la diosa con mayor rango en el Olimpo, pues es esposa y hermana de Zeus, el dios de los dioses en la mitología griega.

 

Esta diosa es la hija mayor de Cronos y Rea, y como todos sus hermanos fue tragada por su padre, hasta que Zeus fue salvado de las terribles fauces paternas y, luego, pudo entonces liberar a todos sus hermanos.

 

Durante la lucha que hubo entre Zeus y los titanes, la diosa fue criada -según unas versiones- por Océano y Tetis, con quienes ella quedó muy agradecida, por lo que cuando ellos riñeron, ella trató de reconciliarlos. Otros narran que fue criada por las Horas, por el héroe Témeno e incluso por las hijas de Asterión.

 

Una vez que Zeus ganó la gran batalla y se estableció el poder olímpico, éste contrajo matrimonio con Hera. Se cuenta que ella era su tercera esposa, después de Metis y Tetis, no obstante el amor entre Hera y Zeus era anterior incluso a la batalla con los titanes. La boda fue más que suntuosa, y de acuerdo a la tradición, se indica como lugar de la celebración el jardín de las Hespérides (aunque a veces se dice que las manzanas de este jardín fueron sólo el regalo de Gea a Hera el día de su casamiento, y que la diosa las cembró en su jardín). En la Ilíada se cuenta que la boda se llevó a cabo en la cumbre del Ida de Frigia. También, se ha mencionado que se realizó más bien en el lugar místico de Eubea. La divina unión tuvo como frutos cuatro hijos: Hefesto, Ares, Ilitía y Hebe.

 

Como esposa del líder de los dioses, Hera se convirtió en la protectora de todas las mujeres casadas. Por ello, se la representa como mujer celosa, vengativa y violenta, pues Zeus -que le era infiel constantemente- provocaba sus iras, de las que hacía víctimas no sólo a las amantes sino a los hijos producto de los amores prohibidos.

 

Fue así como Heracles cayó en desgracia con Hera, pues era hijo de Zeus y Alcmena, y fue tal vez el que más sufrió la cólera de la diosa. A ella se le ocurrió la idea de los doce trabajos a los que se sometió al semidios, y lo persiguió sin límite hasta el fin de sus días.

Sin embargo, estos ataques de celos también le costaban caros a la diosa, pues Zeus siempre protegía a sus hijos y a sus amantes de la venganza de Hera. Por ejemplo, cuando Heracles se vio envuelto en una tormenta enviada por Hera cuando él regresaba de tomar Troya, Zeus la suspendió del Olimpo y le ató un yunque en cada pie. Hera más tarde se reconcilió con Heracles.

 

Las leyendas en que esta importante diosa interviene son muchas. Por ejemplo, persigue a Io, la convierte en vaca y convence a los Curetes de desaparecer a su hijo, interviene en el trágico origen de Sémele, produce la locura de Tamante e Ino por haber criado a Dionisios, hijo bastardo de Zeus con Sémele. Aconseja a Artemisa para que asesine a Calisto, e intenta impedir el parto de Leto, de dónde nacieron Apolo y Artemisa.

 

Sin embargo, la ira de Hera no siempre se relaciona con los celos, a veces también lucha por poder. Por ejemplo, castigó a Tiresias y lo dejó ciego, por darle la razón a Zeus en una discusión que entabló la pareja sobre quién gozaba más de los placeres del amor, si el hombre o la mujer.

 

Además, participó en el concurso de las manzanas para averiguar cuál diosa era la más bella, donde Paris fue árbitro. Como éste eligiera a Afrodita, su cólera cayó sobre él y sobre Troya, por lo que la balanza se inclinó por los griegos o aqueos, hecho que se confirmaba porque Hera naturalmente estaba designada como la protectora de Aquiles, héroe griego hijo de Tetis, a quien Hera le debía tanto, como ya dijimos. Incluso, la diosa extendió su protección a Menelao, y lo hizo inmortal. Anteriormente, Hera había protegido a los Argonautas, y ayudó a que salieran bien librados de las Rocas Cianeas y de los pasos de Caribdis y Escila.

 

Por otro lado, se sabe que la diosa participó en la lucha contra los Gigantes y que fue perseguida y atacada por Porfirión que se había enamorado de ella. Éste intentó hacerla suya por la fuerza, pero mientras le arrancaba los vestidos, Zeus llegó en auxilio de la diosa y le envió un rayo al atacante que fue asesinado completamente por un flechazo de Heracles. De igual forma, Ixión también la atacó con un deseo incontrolable y violento, pero Zeus una vez más la protegió mediante una nube que modeló para engañar al pérfido.

 

Sus atributos comunes eran el pavo real, cuyo plumaje pasaba por ser los ojos de Argos, el guardián que Hera le asiganra a Io, y sus plantas eran el helicriso, la granada y el lirio. En la mitología latina o romana fue conocida como Juno.

 

Tomado de: Mitosyleyendascr.com

La Patasola

Tiene la figura de una mujer hermosa, sensual, de penetrante mirada y agresiva actitud. Vive rodeada de culebras que semejan bejucos, camuflada en lo más oscuro de la selva, atalayando a los hombres para embrujarlos con su mirada, atraerlos hacia ella y satisfacer sus apetitos sexuales.

Dicen además, que era una mujer infiel a su esposo, quien al encontrarla con otro hombre, le cortó una pierna y se la entregó a su amante, luego la tomó, la llevó al centro de la selva y allá la dejó abandonada para que muriera lentamente y pagara por su infidelidad.

 

Empero, el prodigio de la selva no le permitió morir, su cuerpo sufrió varias mutaciones: perdió sus genitales, su única pierna quedó convertida en las garras de un oso y sus manos se alargaron de una forma grotesca. Como es de suponer, se dice que este personaje fue inventado por los hombres celosos para asustar a sus esposas infieles, infundirles terror y, al mismo tiempo, reconocer las bondades de la selva.

 

Tomado del libro Mitos, Leyendas y Costumbres de los Andes Huilenses de Bolívar Sánchez Valencia.

La Madre Monte

Es la reina de los bosques espesos. La describen como una mujer corpulenta, elegante, vestida de hojas y musgo. A los hombres perversos los castiga: los embolata en el monte y los pone a caminar durante horas. Cuando se baña en la parte alta de los ríos siembra en ellos enfermedades y plagas. El mito es conocido en Brasil, Argentina y Paraguay con nombres como: Madreselva, Fantasma del monte y Madre de los cerros.

 

La Madre Monte persigue con saña a los que son dados a discutir maliciosamente por linderos y que destruyen las alambradas de sus vecinos y colindantes; es una asidua defensora de los limites correctos de las propiedades. Castiga a los que roban, a quienes andan en aventuras amorosas pervertidas y a los que osadamente invaden el corazón de sus enmarañadas arboledas.

 

Su influencia se manifiesta por una especie de mareo o alucinación mediante la cual la víctima ve todos los lados del monte idénticos lo que le hace imposible encontrar la salida. Pocos han visto su imagen.

 

Dicen que para librarse de las acometidas de la Madremonte es conveniente ir fumando un tabaco o con un bejuco de adorote amarrado a la cintura. Es también conveniente llevar pepas de cavalonnga en el bolsillo o una vara recién cortada de cordoncillo de guayacán; sirve así mismo, para el caso, portar escapularios y medallas benditas o ir rezando la oración de San Isidro Labrador, abogado de los montes y de los aserríos.

 

Tomado del portal www.colombia.com

El Mohán

Esta es una de las más tradicionales narraciones de nuestro país, cuya ubicación no ha sido exactamente establecida ya que para muchos pertenece a la tradición de los andes huilenses, para otros al Departamento del Tolima y hasta de la región antioqueña razón por la que se le conoce con diversos nombres, tales como: El Mohan de Yarumal, El muan, El Tigre Mono, El Mohan del Tolima, entre otros.

 

Se le define como un ser de aspecto monstruoso, corpulento, de muy larga cabellera con la que cubre la mayor parte de su cuerpo, cara tosca y de miedoso aspecto. Son muchas las versiones que sobre el actuar de este personaje existen, sin embargo, en general, los pescadores de la región andina lo definen como travieso, andariego, buscador de aventuras, maligno, enredador y busca pleito con ellos, mientras que a las mujeres se les presenta como un sátiro, engañador enamorado y sucio.

 

Tomado del libro Mitos y leyendas de Colombia de Iván Salazar Duque.

El Hombre Caimán

Cuenta la historia que en El Plato, Magdalena vivió un hombre al que le gustaba espiar a las mujeres cuando se bañaban desnudas. El deseo de tenerlas cerca sin que lo vieran lo llevó a pedirle a un brujo que le preparara una pócima que lo convirtiera en caimán, para poder navegar por el río sin ser visto.

 

El brujo le hizo dos bebidas, una roja para volverse caimán y otra para ser nuevamente hombre. Cuenta la leyenda que un amigo lo acompañó y cuando lo vio convertido en caimán, dejó caer la botella que contenía la poción para volver a ser hombre. Sin embargo, una gotas cayeron en su cabeza y por esa razón terminó siendo mitad hombre mitad animal. Dicen los pescadores que se aún se aparece en el río asustando a las mujeres hermosas y a las lavanderas.

 

Tomado del Portal www.colombia.com

Nacimiento de la Luna y el Sol

En medio de la oscuridad una hermosa india arhuaca tuvo dos niños que desprendían luz por todo el cuerpo y, temerosa de que al verlos se los robaran, los escondió en una cueva: sin embargo, el resplandor que producían era tanto que se filtraba por las hendijas de la puerta y fácilmente fue visto por los demás indios que, curiosos, quisieron saber que había dentro. Con flautas, caracoles y tambores llegaron hasta las cercanías de la cueva y empezaron a tocar una música hermosísima; las suaves notas llegaron a los oídos de los niños indios y Yuí, el varón, salió para escucharla mejor.

No fue sino verlo los indios y trataron de cogerlo, pero Yuí voló y subió hasta el cielo en donde se convirtió en sol; los indígenas que miraron para verlo, quedaron convertidos en piedra.
Empero, la luminosidad que había en la cueva continuaba y tenues rayos se asomaban por las hendiduras; los indígenas decidieron tocar más hermoso y Tima, la hermana de Yuí también salió para escucharla mejor; los indios, temerosos de que se les escapara, le arrojaron cenizas a los ojos para así cegarla, pero ella voló en la misma dirección de su hermano y se situó muy cerca. Como la cara le había sido encenizada, no tuvo el mismo resplandor de Yuí, pero en las noches vigila los prados de los Icjas; Tima se convirtió en luna. 

 

Tomado de: Colombia.com

La llorona

Dice Milagros Palma en su obra "La mujer es un cuento", al referirse a este popularísimo mito:

 

"Cuentan que la Llorona es el alma en pena de una mujer despojada de sus hijos, por eso su llanto errabundo. En algunos relatos aparece una mujer enloquecida quien no aguantó la miseria, acabando con ella y sus hijos. Entonces el alma quedó vagando por los pueblos, preguntando por sus hijos y lamentando su tragedia".

 

La Llorona es pues, independientemente de las circunstancias y variantes que cada región le de a su identidad, un mito genérico de los que personifican a un espíritu de una madre en pena.

 

Simboliza el castigo al proceder de algunos padres que de forma irresponsable y sin medir lasconsecuencias de sus actos, conciben los hijos para luego evadir sus obligaciones, recurriendo al aborto, como si la criatura por venir fuese la culpable de sus errores.

 

Tomado de Mitos y Leyendas de Colombia, de Iván Salazar Duque.

El sombrerón

Era unenigmático hombre que vestía de negro y se ponía un gran sombrero del mismo color,montaba un brioso caballo también negro que se confundía con la noche, no hablaba con nadie y a nadie le hacía daño; aparecía y desaparecía como por encanto.

Físicamente se le describe como un hombre maduro, con un sombrero grande, bien vestido, derostro sombrío y en actitud de observación permanente.

 

Tomado de Mitos y Leyendas de los Andes Huilenses de Bolívar Sánchez Valencia.

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